jueves, 10 de diciembre de 2009

A menudo aquello que te causa terror, puede hacerte libre

Uno de los miedos insuperables que me han acompañado siempre es el terror a las profundidades, a los sitios estrechos y oscuros. Las simas, las cuevas, los sifones. ¿Tendrá algo que ver con la primera experiencia en este mundo que es el paso del útero al mundo exterior, traspasando un estrecho pasadizo, asfixiante y sin piedad?


Algunos piensan que la peor experiencia no es la muerte, sino el nacimiento.

Muchos homínidos jamás superan el trago de nacer, y se entiende, porque la muerte la puedes elegir más o menos... ¿pero si te arrojan a la vida, cómo te quejas? Es el act0 más definitivamente cruel de una biografía humana.

De la crueldad al éxtasis sólo va una pequeño espacio: tu decisión, tu mentalidad positiva, para dar salida a las fuerzas de la vida que están, sin que tu lo sepas, dentro de tí.

En cualquier caso, procuro modificar la sensación de miedo por la de curiosidad. Pienso que los sentimientos reptilianos tienen que racionalizarse, porque yo acepto que soy biológicamente un reptil, pero también soy algo más.

Y en muchas ocasiones, aquellos seres o situaciones que te inspiran rechazo no son más que otros seres -como tu- desemparados y miedosos que necesitan tu ayuda. Y ayudándoles, prestándote, también te ayudas a tí mismo.

Por esto he puesto  esta entrada en Viajes increíbles.

Ya lo sabías, hay otros mundos, claro que sí, pero están en éste, como suele decirse.