viernes, 23 de diciembre de 2011

Un fenicio goza de la Guadalupe telúrica

Guadalupe ciudad, como extensión del monasterio, acoge al peregrino con un manto protector invisible que te hacen sentir en paz con la naturaleza magnífica y con el gentío que te rodea


Un fenicio goza de la Guadalupe natural, histórica, cultural y se acoge al manto de la Virgen, gran matrona de la Hispanidad y que tantos beneficios ha distribuido generosamente por toda América.

Entro en la iglesia catedral, mientras están diciendo misa. Es domingo. Me adhiero al rito con recogimiento mientras mis pies incansables no cesan de guiarme por las galerías, me enfrentan a nuevas capillas.
Estamos contemplando una joya del arte y de la religiosidad más intensas de todo el planeta y sólo dispongo de unas horas. La Virgen no solo me perdona mi pulsión peripatética, uno diría que me incita a moverme para que goce, quizás, de lo que tantos predecesores fueron creando con su fe y su laboriosidad.

-- Ven y cuéntalo Mariano, que viene de María.

Dejaré que las cosas fluyan, que ocurran. Esto pienso mientras guardo cola para ver el Museo, las