martes, 22 de marzo de 2011

Con María Gorgues en Palma de Mallorca, 1973


Esta fotografía la usé en 1986 para ilustrar una exposición de mis fotografías de tipo periodístico, en la sala de Cultura de la Caja de Ahorros Sa Nostra, Ibiza.

Quince años de periodismo, 1971-1986.

Esta imagen pertenece a una serie de fotos que el director de cine Paco Poch nos hizo en Palma en 1973. La modelo es María Gorgues,  modelo, periodista de radio y televisión (TV3, etc.) catalana. La niña no recuerdo bien quién es, pero es muy maja y como una cara muy espabilada.
Esta melena mía se estaba despidiendo, porque entonces todavía existía la mili obligatoria y encima me había tocado en sorteo El Aaiún (Sahara).

Con Abel Matutes, Ibiza, 1984: el naufragio de Última Hora Ibiza


A principios de los 80 Pedro Serra,  el editor de Ultima Hora y otras muchas publicaciones me llamó para organizar una redacción en Ibiza. Para ello le pedí alguien que llevase la parte técnica, la oficina, envíos, etc. para yo poder dedicarme a la parte creativa, a escribir y hacer calle.
El problema es que yo no quise -y en consecuencia no tuve- funciones ejecutivas. Ni entonces ni nunca. Para ello ya hice mi propia empresa, Mariano Productions.
Pero el proyecto de Ultima Hora Ibiza nació torcido porque el enlace, Juan Martorell  -ahora se hace llamar Joan- mostraba unas ansias subyacentes de enlazar con el Partido Popular, justo todo lo contrario que representaba Ultima Hora Ibiza.
Total cuando nos dimos cuenta, y yo me di cuenta enseguida, teníamos metido en Ibiza a un mediocre profesor de educación física asturiano llamado Melchor Moro, puesto ahí por Martorell, a pesar de mis reticencias.
Melchor Moro era un topo de Abel Matutes.
Aquel tipo había sido infiltrado para boicotear la edición de Ibiza. Duró dos meses, el tiempo que yo aguanté y aporté reportajes y publicidad.
Casi cada día,  yo descubría a Melchor Moro manteniendo sus conversaciones telefónicas con su superior, Matutes. Yo llegaba a cualquier hora y sin avisar, claro: raro era el día en que no le cogía con sus chivatazos.
Durante los dos meses que duró la comedia usé y manipulé a ambos: a unos (Pedro Serra por su ingenuidad y por no haberme hecho caso) y a otros (Melchor Moro y Abel Matutes, por su grosera ocupación de una empresa ajena).
Más que preocuparme de lo que les llegaba, pues el informante Moro usurpaba todas las líneas, me dediqué a que no les llegara nada importante, de manera que reinó el desconcierto en Palma y en Ibiza.
Cuando, Melchor Moro, vía Palma me exigió hacer más horas de oficina les envié al carajo a todos y me fui de viaje durante unos meses.
"Me tomo unas largas vacaciones", les dije.
Quedé sin trabajo.
Me fui en coche con un amigo desde Barcelona a Francia, Italia, Yugoslavia, Grecia hasta Turquía y regreso.
Me inventé mi Anuario de Ibiza y Formentera, que fue viento en popa.

En esta foto, charlo con Abel Matutes de espaldas, en algún acto del puerto. Yo soy el del bigote.
La sección Repostería selecta es una intrascendente cháchara que se publicaba en el naufragado Última Hora Ibiza.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Bastante humillante es ya envejecer, pero si encima te haces respetable... date por aniquilado


Crujir de dientes, Fernando Savater (El País)
Según Chesterton, las novelas de aventuras son mucho más legibles que las realistas que cuentan dramas burgueses porque las primeras tratan del batallar contra los malvados y "no hay nada más entretenido que luchar contra el mal". Pues sí, la verdad es que a don Quijote le pegan palizas y va de fracaso en fracaso, pero nunca se aburre. 
Por eso, con mayor sinceridad que prudencia, admití en una entrevista televisada que los años de combate contra ETA han sido trágicos y angustiosos, pero que yo personalmente me he divertido en la pelea mucho más que si me hubiera quedado en

lunes, 7 de marzo de 2011

Miré los muros de la patria mía... Francisco de Quevedo

Miré los muros de la patria mía
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa; vi que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte;
vencida de la edad sentí mi espada
y no hallé cosa en que poner mis ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.