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martes, 23 de septiembre de 2014

Donde habite el olvido, por Luis Cernuda

Luís Cernuda, años 60 (foto ABC)

DONDE HABITE EL OLVIDO...

Donde habite el olvido, 
En los vastos jardines sin aurora; 
Donde yo sólo sea 
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas 
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

LUIS CERNUDA

sábado, 15 de septiembre de 2012

La gran estafa


En Cataluña se subliman los problemas mediante un enfrentamiento con el Estado español


Andreu Jaume

De entre las ideas recibidas en que nos hemos educado muchos ciudadanos de mi generación, nacida con la democracia, destaca aquella que identifica nacionalismo con izquierda y que ha conocido, a lo largo de la historia de nuestro país, ingeniosas variaciones retóricas, acuñadas al calor de las circunstancias. Incluso ahora, cuando el sistema empieza a mostrar su desoladora ineficacia, expresar dudas con respecto al Estado de las Autonomías supone, en Cataluña o el País Vasco, pero también en Mallorca o Andalucía, ser encasillado entre las huestes de lo que vagamente se llama derecha o, más popularmente, “los fachas”. Por ello mismo, no es raro oír a personas sensatas y prudentes, aunque varadas todavía en el franquismo, afirmar con absoluta convicción e inocencia que partidos como UPyD o Ciutadans son de extrema derecha, simplemente porque sus dirigentes se han enfrentado al nacionalismo o han cuestionado el funcionamiento de las autonomías. El malentendido, lejos de aclararse, parece que se va a espesar aún más en los próximos tiempos, gracias a la crisis económica, social y política que vivimos en

viernes, 11 de diciembre de 2009

El largo viaje a Itaca, por Kavafis





Cuando emprendas tu viaje a Itacapide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.

C. P. Cavafis. Antología poética.
Alianza Editorial, Madrid 1999.

Edición y traducción, Pedro Bádenas de la Peña





Otra versión de ITACA


Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Posidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes

y el feroz Posidón no podrán encontrarte

si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,

que sean muchos los días de verano;

que te vean arribar con gozo, alegremente,

a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

y comprar unas bellas mercancías:

madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto

para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;

mejor será que dure muchos años,

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ellas, jamás habrías partido;

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

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La balada de Ifigenia, por Haris Alexiou




Ithaki: una versión en griego



¿Pero la isla, metáforas al margen, como podría ser?

jueves, 10 de diciembre de 2009

Se va el caimán y Rafael Farina dice "reza por mí"


Los franceses entienden. No me despedí de nadie. Puedo soportar la partida, pero no el adiós. Y aquí hay que leer El Peregrino, de Luís Cernuda.
Rafael Farina, una vez que oí a menudo en mi infancia.

Casi desnudo, como los hijos del mar, un sobrio Machado



Se titula Retrato. Otro compañero fiel, como el Peregrino de Cernuda.
Hoy, 22 de febrero de 2009, hace 70 años que murió en Colliure, sumido en la depresión, la enfermedad y la miseria.

Algunos de sus versos me han acompañado más de un vez para tomar aire  y reemprender el camino. ¿No hay camino? Infinitos. Pero nunca podrás andarlos hacia atrás en el tiempo.

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.


Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.


Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.


Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.


Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.


¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.


Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.


Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.


Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.


Desde el año 2000 -el efecto Dos Mil- algunas de estas ideas flotan e iluminan al fenicio errabundo. No son nuevas, pero sí inéditas para quien pisa un camino por vez primera.

Canción de los artríticos, un Pío Baroja irónico

Como me preguntarán de dónde la he sacado, les diré: de Internet. Me gusta la clave de humor de la gente malhumorada. Los que tenemos fama de irascibles, irritables, de genio corto o de mala leche no es que seamos hijos del Averno ni procedemos del reino de Plutón. Es el reúma.

Me gusta más la palabra reúma que artrosis o artritis. Los que padecemos desde pequeños ya sabemos que el reúme imprime carácter. Ya lo creo.

Este poema irónico, quizás hasta satírico lo copio de MedTempus:

Pío Baroja y Nessi. (1872-1956) Novelista español, tras dejar de ejercer la medicina. Dedicó varias poesías a enfermedades y hospitales.  La poesía la he sacado de un excelente directorio sobre Poesía y Ciencia que ha creado Madrid.



Somos la flor y nata
de los artríticos,
somos la quinta esencia
de los nefríticos;
tenemos casi siempre
hipertensión
y una vaga hipertrofia
del corazón.

Nuestra elegancia es cosa
bien manifiesta,
nuestra presencia nunca
es muy molesta.
Somos unos Petronios
de alta tensión,
más fervientes del plato
que de Platón.

No pueden compararse
con los artríticos
los gafos ulcerosos
o sifilíticos.
Somos productos natos
de selección,
que marchan por la vida
con distinción.

Nos lleva suavemente
nuestro organismo
a la gota, a la artritis
y al reumatismo,
y nos mete, por último,
de un empujón,
en el coma, que es signo
de conclusión.

Somos la flor y nata
de los artríticos,
somos la quinta esencia
de los nefríticos;
tenemos casi siempre
hipertensión
y una vaga hipertrofia
del corazón.

Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope, Luís Cernuda lo sintió en la piel

Excepto Aleixandre, a la izquierda, Luís Cernuda salió exiliado y García Lorca murió fusilado.


Como voy a hablarles en breve de Antonio Machado, me gustaría recordar una entrada del 7 de mayo del 2007 en Mariano Digital, donde caso la música de Carlos Gardel con este poema que parece arrancado del corazón de Ulises en plena travesía.
Se titula Peregrino y es de Luís Cernuda.




¿Volver? Vuelva el que tenga,
tras largos años, tras un largo viaje,
cansancio del camino y la codicia
de su tierra, su casa, sus amigos,
del amor que al regreso fiel le espere.


Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te busque, como a Ulises,
sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.


Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.





Este poema viaja conmigo desde el año 2000. ¿El famoso efecto 2000?

También puedes ver esta entrada de Mariano Digital:
Volver, desde Carlos Gardel a Estrella Morente (bajo el corazón de Luís Cernuda)