Miré los muros de la patria míasi un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo, vi que el sol bebíalos arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa; vi que amancilladade anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte;
vencida de la edad sentí mi espaday no hallé cosa en que poner mis ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.