sábado, 19 de diciembre de 2009

La felicidad en la madurez, según Albert Boadella

Albert Boadella se autodenomina bufón, que es alguien remunerado por hacer gracietas. Yo creo que es más profundo todavía: un humorista. El humor sobrepasa alquímicamente a la filosofía y la poesía, porque saca oro del plomo: expresa sintéticamente ideas esenciales desprovistas de la hojarasca de muchas pseudofilosofías.
Boadella a mí me hace mucha gracia y me da igual que en muchos casos esté impregnado -ya de por vida- del descaro vital de Salvador Dalí y de la suspicacia astuta de Josep Pla. Ambos catalanes universales también me sedujeron a mí.
No sabría disentir de la lista hecha por Albert.
A una cierta edad (y de ésa hablamos) es más fácil hacer buenos enemigos que buenos amigos. Deportes no, actividad siempre, caminar, caminar...¿Castidad? Coño, qué remedio, pero no abstenerse demasiado.Tener suficiente para vivir es algo elemental. ¿Psicoanalizarse? Un creador, un artista, un escritor nunca debieran hacerlo, jamás: sus obras hablan por él.

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Lista de Boadella para ser feliz a cierta edad




Coleccionar enemigos
Nada peor que intentar estar a buenas con todo el mundo. El buen rollo es uno de los ingredientes básicos para generar la mediocridad y el tedio. Además, la disposición al consenso provoca un trabajo pesado, inútil y sobretodo frustrante. Tampoco tener enemigos resulta una tarea sencilla porque lo esencial es saberlos escoger, ahora bien, si acertamos, el divertimento está asegurado de por vida. 



No practicar deportes
A partir de una cierta edad el deporte es una endogamia peligrosa, mental y físicamente, además del correspondiente  ridículo. Hay que abandonar el deporte en la edad en que se debería dejar de leer novelas, o sea, cuando se alcanza una cierta madurez. Las energías del deporte nos harán mas felices dedicadas a promover los bienes públicos. Por ejemplo, arreglar los parterres de una plaza o limpiar de hojas del parque, lo cual puede significar miles de flexiones provechosas.


Tender a la castidad
Todo lo que represente contención es una acumulación de emotividad para ser disparada en el mejor momento. Se trata de conseguir que resulte excepcional aquello que en la mayoría acostumbra a ser cotidiano.


Ser ligeramente millonario
Los extremos son inquietantes, pero el de la precariedad puede tan letal como el exceso. Se trata de encontrar la colocación adecuada, de tal manera, que los dineros no nos aboquen a la avidez de la multiplicación y las inversiones, lo cual provoca inmediatamente insomnio. Lo contrario, significa acabar siendo carne de las actividades del Inserso, en las que sus integrantes participan mensualmente en las excursiones de muertos vivientes. 


No psicoanalizarse nunca
Nuestra tradición cristiana nos enseña que solo podemos ser profundamente felices si dejamos de pensar en nosotros y lo hacemos sobre los demás. Nada es tan aburrido como uno mismo. En caso de remordimientos u otros complejos, siempre tenemos el confesor que es mucho más barato y eficaz que el psiquiatra. Además, ahora no tendremos que hacer cola, ni siquiera penitencia.