La enfermedad es la vida. Y Henning Mankell la escribe
¿ POR qué se escribe? No abandona nunca a quien lo hace la sospecha de haber violado un tabú: el de reduplicar lo real. La suya es la desazón de aquellos herejes de Borges que «abominaban la cópula y los espejos, porque multiplican el mundo». Para quien carga con esa culpa funesta, no hay penitencia que baste. Se escribe en una desoladora batalla – siempre perdida– contra el silencio y la muerte. Y el que escribe nunca sabe si no se está traicionando precisamente al presentar combate. Nadie ha dado esa paradoja con mayor belleza que Maurice Blanchot:
«Una regla dice al escritor: —No escribirás, permanecerás en la nada, guardarás silencio, ignorarás las palabras. —Escribe para no decir nada. —Escribe para decir algo. —Nada de obra, sólo la experiencia de ti mismo, el conocimiento de lo que te es desconocido. —¡Una obra! Una obra real, reconocida por los otros e importante para los otros. — Borra al lector. — Bórrate ante el lector. — Escribe para ser verdadero. — Escribe para la verdad. — Sé, pues, mentira, puesto que escribir de cara a la verdad es escribir lo que no es aún verdadero y tal vez jamás lo será. — No importa, escribe