Polanski, durante una rueda de prensa en Cannes el pasado mes de abril |
«Me gustaría ser juzgado por mi trabajo y no por mi vida. Si hay alguna posibilidad de cambiar el destino, sólo puede ser en lo que se refiere a la vida creativa; ciertamente, no puedes cambiar tu vida»
Roman Polanski, nacido Rajmund Roman Liebling en París el 18 de agosto de 1933, se hacía esta reflexión hace no muchos años, cuando aún se encontraba preso en su propia casa, cumpliendo un arresto domiciliario dictado por las autoridades suizas, país donde fue detenido cuando aún estaba en busca y captura por haber abusado de una menor treinta años atrás.
Polémico, sarcástico, egocéntrico y genial, el francés de origen judío y polaco cumple 80 años en plenas facultades, con un último filme esperando su momento para mostrarse en las salas de cine, tras su presentación en el Festival de Cannes de 2013, donde pasó con más pena que gloria.
Sin Palma de Oro y con la polémica desatada por unas declaraciones misóginas efectuadas en la rueda de prensa de presentación de «La Vénus a la fourrure», donde le acompañaba su tercera esposa, Emmanuelle Seigner, protagonista de este filme, Polanski volvía a los titulares otra vez por asuntos ajenos al cine.
«Intentamos igualar los géneros, eso es totalmente idiota», afirmó entonces el realizador y, acto seguido: «Creo que es una pena que ofrecer flores a un mujer se haya convertido en algo indecente».
Polanski respondía a una pregunta sobre cómo veía la evolución de la mujer en los últimos años, dado que su película trata sobre la relación de dominación que se establece entre un hombre y una mujer.
«La píldora (...) ha masculinizado a la mujer, y hay otros elementos que alejan el romance de