viernes, 11 de diciembre de 2009
Las ciudades se agotan, los amores también
Anoche usé estos textos de Ryszard Kapuscinski sin poder pensar que hoy moriría a una edad temprana (sobre los 75 años).
No me gustan los obituarios, pero sí quiero recordar algunos de los títulos que me han hecho disfrutar (y a veces sufrir), empezando por los últimos que publicó editorial Anagrama (España).
Lapidarium IV (de él provienen las frases usadas más abajo), Ébano, Los cínicos no sirven para este oficio (se refiere al periodismo),
El Imperio, El Sha, El Emperador.
Les ahorro la inmensa lista de premios, galardones y reconocimientos. Hoy cualquier periódico repite su curriculum.
Y aquí va este breviario que apunté anoche,
otra vez dispuesto a cambiarme de sitio.
Hay que ir rotando por el planeta, que es maravilloso.
Las ciudades, como los amores, se agotan en sí mismas.
Un gran escritor de viajes fue preguntado en una conferencia por su endiablada facilidad por cambiar de lugar de residencia.
Ésta fue su respuesta:
El quedarse en un mismo lugar durante demasiado tiempo puede producir en la persona una acumulación fatal de pésimos sedimentos emocionales: fermentos, mohos, agruras, podredumbres. Es una señal inequívoca de que ha llegado la hora de pensar en ponerse en camino, emprender un viaje, sentir el viento en la cara y respirar a ire puro.
Pero siempre puede haber alguien que prefiera hacer carrera en el villorrio. Otra respuesta:
La debilidad del provincianismo radica en que a menudo se convierte en refugio para individuos sin pizca de talento, fracasados, frustrados y carcomidos por la ambición.
Y no dice nada de los funcionarios. De momento.
From: Mariano Digital enero 2007