Día 17/02/2014
Este catedrático emérito de la Universidad de Amsterdam sostiene que el cerebro tiene poca capacidad de cambio después del nacimiento. Incluso el carácter está determinado desde el seno materno
El neurólogo Dick Swaab, que dirigió durante tres décadas el Instituto Holandés de Investigaciones Cerebrales, acaba de presentar en España «Somos nuestro cerebro» (Plataforma Editorial) un libro del que ha vendido 400.000 ejemplares en su país y que ha despertado una gran polémica.
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—Sostiene nacemos muy determinados, con pocas opciones de cambio...
—Sí, gran parte de lo que somos está establecido incluso desde el momento de la concepción a través de los genes que recibimos de nuestros padres. Por ejemplo, el cociente de inteligencia depende en un 88% de esa herencia genética. También está establecida desde el útero la identidad de género, es decir, el sentimiento de ser un hombre o una mujer. Lo mismo ocurre con la orientación sexual: heterosexualidad, homosexualidad o bisexualidad. Y muchas enfermedades mentales, como la esquizofrenia, con una carga genética del 80%, aunque los síntomas aparezcan en la pubertad, por influencia de las hormonas sexuales. De ahí el título del libro: «Somos nuestros
cerebro», porque está establecido ya antes de nacer cómo nos comportaremos y que potencialidades tendremos más tarde en la vida.
—¿Y el libre albedrío, tampoco existe?
—No. sólo es una agradable ilusión. La toma de decisiones se lleva a cabo de una forma inconsciente. Y sólo somos conscientes de la elección segundos después de que ocurra, cuando alcanza la corteza cerebral y se hace consciente. Decisiones importantes, como la elección de pareja, se toman de forma automática. El cerebro calcula las ventajas y desventajas sin someterlo a nuestra reflexión, es decir, sin que intervenga nuestra voluntad.
—¿Eso significa que cuando creemos haber tomado una decisión, en realidad lo que ocurre es que el cerebro sólo nos está informando de lo que «él» ha decidido por nosotros?
—Sí, y puedo poner otro ejemplo de un experimento en California. Reunieron a un grupo de personas [20 jovenes], les explicaron el riesgo de tomar el sol, les dieron una crema protectora y les preguntaron si pensaban a utilizarla. Anotaron la respuesta mientras y miraron cómo reaccionaba su cerebro, con el objetivo de predecir lo que harían. Cuando se pusieron en contacto con ellos para comprobar si habían hecho lo que dijeron, esto sólo ocurrió la mitad de las veces. Mientras que los cambios observados en el cerebro predecían en un 75% su conducta. Si se mira el lugar adecuado del cerebro, se pueden adivinar las intenciones ocultas incluso para la propia persona.
—Mucha gente tiene creencias religiosas de diferentes tipos, ¿significa eso que nuestro cerebro está preparado o «cableado» para creer?
—Todos tenemos cierta sensibilidad para las cosas espirituales. Y depende del entorno que te conviertas en creyente católico, protestante o musulmán. Pero algunas personas tienen mas tendencia a la espiritualidad que otras. Y esto depende de nuestros genes. Creo que evolutivamente es importante porque refuerza el sentimiento de pertenencia a un grupo y nos hace sentir más seguros.
—¿Qué estructuras del cerebro están implicadas en la religiosidad?
—Nada en el cerebro está localizado en un lugar concreto, se trata más bien de interacciones ente sus distintas partes. Pero en las experiencias religiosas está implicado el estriado, una estructura que forma parte del sistema de recompensa del cerebro, responsable de los sentimientos agradables. Es muy importante también el lóbulo temporal. Se sabe que las personas con epilepsia del lóbulo temporal pueden tener también durante las crisis fuertes sentimientos religiosos. Por ejemplo, San Pablo, por lo que se describe en la Biblia, podría haber padecido este tipo de epilepsia cuando camino de Damasco vio una luz que le dejó ciego durante varios días y escucho la voz de Dios.
—El neurotransmisor dopamina es fundamental en el sistema de recompensa que antes mencionaba, ¿tiene algún papel en los sentimientos religiosos?
—En general es importante para las sensaciones placenteras. La sensación de bienestar asociada a una oración, por ejemplo, produce liberación de dopamina, endorfinas, serotonina. Sí, todos los comportamientos y experiencias dependen de los neurotransmisores.
—Sabiendo esto, ¿un neurocientífico puede ser creyente?
—Ciencia y religión son diferentes. En la religión tú sólo tienes que creer, sin necesidad de pruebas. En la ciencia, tus descubrimientos deben ser comprobados por otros, deben ser replicados. Ciencia y religión no son comparables. Pero para mí la ciencia es un placer, un tipo de experiencia espiritual, aunque diferente de la religión.
—Las experiencias cercanas a la muerte se describen siempre de forma parecida, el túnel, la sensación de flotar... ¿Son algo «paranormal» o las genera el cerebro?
—Cuando el flujo sanguíneo al cerebro disminuye se producen una serie de fenómenos. En la retina se pierde la visión periférica y sólo queda la central, lo que explica esa visión en túnel. Otra estructura muy sensible a la falta de oxígeno es el giro angular, una zona del cerebro recibe información de los músculos, las articulaciones, el sistema visual y el equilibrio. Si falta oxígeno puede inducir la falsa sensación de estar flotando o salir del propio cuerpo. Esto también ocurre en personas que están en la mesa de operaciones para una intervención de neurocirugía en la que deben estar conscientes. Al estimular esta región del cerebro dicen tiener esa sensación de flotar. Cuando se deja de estimular la zona notan cómo vuelven de nuevo a su cuerpo.
—¿De todo lo que ha aprendido del cerebro, qué es lo que más le sorprende?
—Un trastorno de identidad corporal que hace creer a la persona que una parte de su cuerpo no le pertenece y quiere incluso que se la amputen.
—Sostiene que somos nuestro cerebro, pero también se dice que somos lo que comemos. ¿Se puede deducir que la alimentación influye en nuestro cerebro?
—Si comes de forma normal la comida no tiene un efecto importante. Pero si no comes tienes problemas, como la anorexia. Y si comes demasiado te vuelves obeso, y esto lleva a la diabetes, que se relaciona con la muerte celular y la demencia [riesgo de alzhéimer]. En ese sentido hay una relación estrecha entre lo que comemos y el cerebro. Y por otro lado, la comida agradable nos proporciona placer, por eso nos gusta. Y eso es muy importante para mantener la vida.
—Los últimos estudios indican que durante el embarazo muchas conductas de la madre influyen en el cerebro del niño, como el ejercicio o la alimentación. ¿Debería cuidarse más esta etapa?
—La salud de la madre es muy importante. Creo que en España la comida es excelente y muy variada, este no es el principal problema aquí. Otro problema importante es el alcohol que afecta al desarrollo del cerebro, el tabaco y los fármacos. Éste último sí es un problema importante en España, porque hay una farmacia en cada esquina donde se pueden conseguir los medicamentos con facilidad a diferencia de lo que ocurre en otros países de Europa. Y cuando alguien tiene un pequeño dolor va a la farmacia y consigue una pastilla. Y esto es peligroso para el niño porque igual que el medicamento actúa sobre el cerebro de la madre, también está actuando sobre el del futuro bebé y está influyendo en su desarrollo con efectos permanentes.
—¿Los contaminantes ambientales tienen alguna influencia el bebe en gestación?
—El entorno en el que se vive es importante. La contaminación en las ciudades industrializadas afecta también al cerebro del niño. Y hace que aumente el riesgo de desarrollar autismo. Y las sustancias que se producen en el procesamiento de los los plásticos actúan como disruptores endocrinos, capaces de interfierir en la diferenciación sexual del cerebro durante la gestación. Pueden cambiar la identidad de género y la orientación sexual.
—¿Cómo debemos cuidar el cerebro?
—Primero, eligiendo a nuestros padres. Y ya hablando en serio, cuidando el embarazo para garantizar las mejores condiciones a nuestros hijos. Despues criándolos en un entorno estimulante. Aprender una segunda lengua y utilizarlas indistintamente es muy importante, retrasa cuatro años la aparición de la enfermedad de Alzhéimer. Tener una buena educación y un trabajo interesante también es fundamental. Igual que mantenerse activo hasta el final de la vida para tratar de evitar el alzhéimer, que está incrementando a gran ritmo. La música es efectiva en la salud del cerebro, incluso desde el útero. Los niños cuando nacen reconocen la música que han oído. Y en cuidados intensivos neonatales, con música necesitan menos oxígeno y ganan más peso con mayor rapidez.