viernes, 30 de mayo de 2014

El viaje definitivo, por Juan Ramón Jiménez


…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado.
mi espíritu errará, nostálgico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.
 
Poemas agrestes (1910-1911)

lunes, 26 de mayo de 2014

Ándeme caliente, por Luis de Góngora

    (1581)
 
 
            Ándeme yo caliente
            y ríase la gente.
 
            Traten otros del gobierno
            del mundo y sus monarquías,
5          mientras gobiernan mis días
            mantequillas y pan tierno,
            y las mañanas de invierno
            naranjada y aguardiente,
            y ríase la gente.
 
10        Coma en dorada vajilla
            el príncipe mil cuidados,
            como píldoras dorados,
            que yo en mi pobre mesilla
            quiero más una morcilla
15        que en el asador reviente,
            y ríase la gente.
 
            Cuando cubra las montañas
            de blanca nieve el enero,
            tenga yo lleno el brasero
20        de bellotas y castañas,
            y quien las dulces patrañas
            del rey que rabió me cuente,
            y ríase la gente.
 
            Busque muy en hora buena
25        el mercader nuevos soles;
            yo, conchas y caracoles
            entre la menuda arena,
            escuchando a Filomena
            sobre el chopo de la fuente,
30        y ríase la gente.
 
            Pase a media noche el mar,
            y arda en amorosa llama
            Leandro por ver su dama,
            que yo más quiero pasar
35        del golfo de mi lagar
            la blanca o roja corriente,
            y ríase la gente.
 
            Pues Amor es tan crüel,
            que de Píramo y su amada
40        hace tálamo una espada,
            do se junten ella y él,
            sea mi Tisbe un pastel,
            y la espada sea mi diente,
            y ríase la gente.


Luis de Góngora y Argote

domingo, 18 de mayo de 2014

No te detengas, Walt Whitman (1819 - 1892)

Walt  Whitman, ilustración de Kike de la Rubia (ABC)

NO TE DETENGAS
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...

Versión de: Leandro Wolfson



Vía PersonArte

sábado, 10 de mayo de 2014

En Elvas, para despedir un invierno lluvioso

Con esta foto queda despedido el invierno
aunque se sabe por experiencia que hasta el 40 de mayo
no te quites el sayo.
Con el doctor Juan Romero, en Elvas, Portugal.
Una maravillosa ciudad, Patrimonio de la Humanidad,
como mis queridas Cáceres, Toledo o Ibiza.

Queda dicho: fuera la gorra y el abrigo al ropero

domingo, 4 de mayo de 2014

La censura en los libros: El resto es silencio

Kafka, con su amigo y albacea, Max Brod

P.Unamuno

Hogueras, picotas y secciones prohibidas de bibliotecas han sido destino de innumerables libros a lo largo de la Historia. Sin embargo, por muy sistemática y voraz que fuera la persecución de los dictadores o de instituciones como la Inquisición, ninguna censura ha sido nunca más eficaz que la que algunos autores se han impuesto a sí mismos. Muchos de los lectores conocen sin duda la voluntad de Kafka de que al fallecer fuese quemado todo lo que había escrito -no sólo sus textos literarios, sino cualquier testimonio suyo sobre papel-, y que si hoy tenemos acceso a grandes obras como 'El castillo' o 'El proceso' se debe a la 'traición' de su albacea y amigo Max Brod. Virgilio dispuso que a su muerte no pudieran publicarse sus manuscritos inconclusos, pero el emperador Augusto decidió pasarse la prohibición por el arco del triunfo (estaba demasiado acostumbrado a vencer), razón por la que hoy conocemos 'La Eneida'.
Muchos narradores llegaron a pensar que la palabra es incapaz de penetrar en la verdad
El escritor y crítico literario alemán Werner Fuld sostiene que «en la mayoría de los casos, lo que lleva a un autor a destruir su obra es la conciencia de su imperfección». Al parecer, el estadista Solón entregó a las llamas sus versos porque no aguantaban la comparación con los de Homero. Platón hizo lo propio y destruyó también sus tragedias al conocer a Sócrates. Faltaba mucho para que triunfaran los libros de autoayuda (cómo subir la autoestima y otras zarandajas), pero atención, advierte Fuld, tales anécdotas no sólo son incomprobables sino que agrandan la fama del poeta y «la consideración que merece la obra conservada, única en pasar la criba de la autocensura».
El marketing, como vemos, asomaba ya la patita en tiempos remotos. En fechas más cercanas a las actuales, Truman Capote se ocupó muy bien de airear que, después de la feliz acogida dispensada a Desayuno con diamantes, había dado a la máquina de triturar una novela que a su