Por Pedro Fernández Barbadillo
En el DC-9 de Iberia que en febrero de 1976 sacó a los últimos españoles del Sáhara Occidental, alguien pintó la consigna "Viva el Frente Polisario". La misma frase decoró el Parador Nacional de El Aaiún, que a punto estuvo ser reducido a escombros unas semanas antes; no en un ataque marroquí ni en un atentado del Polisario, sino en una operación realizada por varios oficiales españoles al margen de sus mandos.
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Los Acuerdos de Madrid, pactados a mediados de noviembre de 1975 entre España, Marruecos y Mauritania, establecían una administración de los tres Estados sobre el Sáhara durante unos meses; después España huiría con el rabo entre las piernas para dejar el territorio a los ocupantes. El Gobierno presidido por Carlos Arias Navarro, un supuesto duro, formado en la represión de la posguerra y la policía, se desentendía así de su deber de permitir el referéndum de autodeterminación.
El 23 de noviembre, al capitán Vicente Bravo se le ordenó marchar con varios de sus legionarios hasta el puesto de Tah, fronterizo con Marruecos, para guiar hasta El Aaiún a las nuevas autoridades marroquíes. Éstas formaban una larga caravana. El coronel José Ramón Diego Aguirre dio los nombres de los principales: el gobernador adjunto, Ahmed Bensuda; el secretario de Estado de Interior, Dris Basri; el presidente de la
El 23 de noviembre, al capitán Vicente Bravo se le ordenó marchar con varios de sus legionarios hasta el puesto de Tah, fronterizo con Marruecos, para guiar hasta El Aaiún a las nuevas autoridades marroquíes. Éstas formaban una larga caravana. El coronel José Ramón Diego Aguirre dio los nombres de los principales: el gobernador adjunto, Ahmed Bensuda; el secretario de Estado de Interior, Dris Basri; el presidente de la