viernes, 26 de febrero de 2010
"La vida es una enfermedad mortal de transmisión sexual" Woody Allen
No volveré a ser joven
(Poemas Póstumos, 1968)
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Jaime Gil de Biedma
martes, 9 de febrero de 2010
Luís Rodríguez de Viguri en el Sahara
En la muerte de Rodríguez de Viguri
UN CLAMOR EN EL DESIERTO
Por Pablo Ignacio de Dalmases
Conocí a Viguri en 1974. En el entonces Sahara español corrían tiempos de
cambio. El Gobierno español, después de años de inactividad, había comprendido
que era necesario actuar y daba pasos con el fin de que los saharauis ejercieran
su derecho a la autodeterminación. Siguiendo la doctrina del ex ministro de
Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella, se pretendía una salida razonable:
transformar la hasta entonces provincia en un Estado independiente que, por su
vinculación cultural con España y su relación fronteriza y humana con Canarias,
habría de mantener relaciones cordiales con la antigua metrópoli. Con tal
objeto, se nombró nuevo gobernador del territorio al general Federico Gómez de
Salazar, quien pidió a su amigo y compañero de promoción de Estado Mayor,
Rodríguez de Viguri, que le acompañara en la tarea.
Buscaban para ello, entre otras cosas, un periodista joven capaz de dar un
vuelco a lo que hasta entonces había sido la información sobre el Sahara,
amparada en el inescrutable "secreto oficial". La casualidad hizo posible que
conectara con este nuevo equipo y me ofrecieran incorporarme a la Dirección de
Radio Sahara, como así fue el 1 de octubre de 1974. A partir de esa fecha empezó
mi relación con Viguri, que se convirtió en mi jefe directo, como jefe de la
Administración civil que era, en su condición de Secretario General del
Gobierno.
Libertad y responsabilidad
Montamos el único periódico que hasta entonces había existido en el Sahara, La
Realidad, vi e informé sobre su labor legislativa, cuando promovió en la
Asamblea General la aprobación de las bases del régimen autonómico, de la
justicia cheránica y del estatuto de funcionarios, fui testigo de que, gracias a
él, y a pesar de la reticencias de sus congéneres militares, se graduó la
primera promoción de oficiales saharauis de la policía territorial.
Acudía a despachar diariamente con él a última hora de la tarde y fue siempre
fiel a la norma de conducta que me fijó desde el principio: "Máxima libertad con
máxima responsabilidad".
Como ningún ser humano es inmune al error, Viguri cometió uno: la creación del
PUNS, un partido marioneta, que tuvo un final desdichado con la traición de su
dirigente, un tal Jalihenna Rachid o Jalihenna Sidi Enhamed Mohamed, que se pasó
a Marruecos con el dinero que le había confiado el Gobierno para montar la
operación. Rectificó y fue, poco a poco, comprendiendo que el futuro exigía la
aproximación al Frente Polisario.
Gracias a ello, en septiembre de 1975 hubo un famoso -y poco antes impensable-
encuentro en Mahbes entre el Gobernador Salazar y los representantes del Frente,
del que pudo haber salido una vía de futuro si el viraje copernicano del
Gobierno de Madrid no la hubiese frustrado con su humillante sumisión a
Marruecos y el abandono precipitado del Sahara.
Cuando el Gobierno evacuó el ejército ultramarino y Salazar salió con los
últimos soldados del puerto de Villa Cisneros, Viguri quedó en El Aaiún para
asegurar la transición y salvaguardar los intereses españoles. Clamó en los
periódicos contra el abandono del Gobierno español y fue destituido de un
plumazo por el tándem Arias Navarro-Santiago y Díaz de Mendívil.
Regresó a su casa de Madrid para, jubilado al poco tiempo, entrar en el silencio
de la vida civil, con el recuerdo admirado de quienes fueron, poco a poco,
descubriendo al hombre tenaz e inteligente que se había jugado con la dignidad
de su palabra y la seriedad de su actuación las medallas que muchos aceptaron
tras el deshonroso abandono. Su mejor medalla fue el respeto que desde entonces
le tributó el pueblo saharaui.
Mundo Negro
PS: Conocí a ambos en 1974 y 1975 en El AAiún. Pablo era un periodista catalán que dirigía Radio Sahara y después un semanario, La Realidad. Las guardé todos, pero desgraciadamente han ido cayendo, víctimas de mis múltiples cambios de domicilio.
Rodríguez de Viguri estaba en el Gobierno del Sahara, un edificio frente al Cuartel General que es donde yo estaba haciendo el servicio militar
UN CLAMOR EN EL DESIERTO
Por Pablo Ignacio de Dalmases
Conocí a Viguri en 1974. En el entonces Sahara español corrían tiempos de
cambio. El Gobierno español, después de años de inactividad, había comprendido
que era necesario actuar y daba pasos con el fin de que los saharauis ejercieran
su derecho a la autodeterminación. Siguiendo la doctrina del ex ministro de
Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella, se pretendía una salida razonable:
transformar la hasta entonces provincia en un Estado independiente que, por su
vinculación cultural con España y su relación fronteriza y humana con Canarias,
habría de mantener relaciones cordiales con la antigua metrópoli. Con tal
objeto, se nombró nuevo gobernador del territorio al general Federico Gómez de
Salazar, quien pidió a su amigo y compañero de promoción de Estado Mayor,
Rodríguez de Viguri, que le acompañara en la tarea.
Buscaban para ello, entre otras cosas, un periodista joven capaz de dar un
vuelco a lo que hasta entonces había sido la información sobre el Sahara,
amparada en el inescrutable "secreto oficial". La casualidad hizo posible que
conectara con este nuevo equipo y me ofrecieran incorporarme a la Dirección de
Radio Sahara, como así fue el 1 de octubre de 1974. A partir de esa fecha empezó
mi relación con Viguri, que se convirtió en mi jefe directo, como jefe de la
Administración civil que era, en su condición de Secretario General del
Gobierno.
Libertad y responsabilidad
Montamos el único periódico que hasta entonces había existido en el Sahara, La
Realidad, vi e informé sobre su labor legislativa, cuando promovió en la
Asamblea General la aprobación de las bases del régimen autonómico, de la
justicia cheránica y del estatuto de funcionarios, fui testigo de que, gracias a
él, y a pesar de la reticencias de sus congéneres militares, se graduó la
primera promoción de oficiales saharauis de la policía territorial.
Acudía a despachar diariamente con él a última hora de la tarde y fue siempre
fiel a la norma de conducta que me fijó desde el principio: "Máxima libertad con
máxima responsabilidad".
Como ningún ser humano es inmune al error, Viguri cometió uno: la creación del
PUNS, un partido marioneta, que tuvo un final desdichado con la traición de su
dirigente, un tal Jalihenna Rachid o Jalihenna Sidi Enhamed Mohamed, que se pasó
a Marruecos con el dinero que le había confiado el Gobierno para montar la
operación. Rectificó y fue, poco a poco, comprendiendo que el futuro exigía la
aproximación al Frente Polisario.
Gracias a ello, en septiembre de 1975 hubo un famoso -y poco antes impensable-
encuentro en Mahbes entre el Gobernador Salazar y los representantes del Frente,
del que pudo haber salido una vía de futuro si el viraje copernicano del
Gobierno de Madrid no la hubiese frustrado con su humillante sumisión a
Marruecos y el abandono precipitado del Sahara.
Cuando el Gobierno evacuó el ejército ultramarino y Salazar salió con los
últimos soldados del puerto de Villa Cisneros, Viguri quedó en El Aaiún para
asegurar la transición y salvaguardar los intereses españoles. Clamó en los
periódicos contra el abandono del Gobierno español y fue destituido de un
plumazo por el tándem Arias Navarro-Santiago y Díaz de Mendívil.
Regresó a su casa de Madrid para, jubilado al poco tiempo, entrar en el silencio
de la vida civil, con el recuerdo admirado de quienes fueron, poco a poco,
descubriendo al hombre tenaz e inteligente que se había jugado con la dignidad
de su palabra y la seriedad de su actuación las medallas que muchos aceptaron
tras el deshonroso abandono. Su mejor medalla fue el respeto que desde entonces
le tributó el pueblo saharaui.
Mundo Negro
PS: Conocí a ambos en 1974 y 1975 en El AAiún. Pablo era un periodista catalán que dirigía Radio Sahara y después un semanario, La Realidad. Las guardé todos, pero desgraciadamente han ido cayendo, víctimas de mis múltiples cambios de domicilio.
Rodríguez de Viguri estaba en el Gobierno del Sahara, un edificio frente al Cuartel General que es donde yo estaba haciendo el servicio militar
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